Aquí tomaba las fotos aún muy encuadradas, vamos a llamarlo así. Porque los que me conocéis un poco sabéis que me gusta darle a las diagonales, ya que los sistemas de captación lo permiten, el libre albedrío.
Creo que en esos momentos era cuando empezábamos a insertarnos en lo que supone ejercer como persona que trabaja en el mundo de la arquitectura, de la mano de José Luís Sanz, que tuvo mucha paciencia con nosotros en este viaje y en la asignatura de primero de Historia de la Arquitectura, en el que estaba inscrito este viaje, junto con lo que eran jóvenes arquitectos, que debían ser becarios, supongo (todavía no conocía muy bien como funcionaba el sistema universitario de trabajo).
Fue un viaje largo, en autocar, desde Barcelona, pasando por la Unité d'Habitation de Marseille, en la que incluso pudimos entrar a ver una vivienda y me pude dar cuenta de la posibilidad de dar versatilidad a un espacio con la simple interposición de una puerta corredera, que a la vez era pizarra para que los pequeños de la casa pudieran dar rienda suelta a su imaginación sin necesidad de demasiados artilugios.
Pasando también por la Ville Savoye, por supuesto, aunque esa vivienda no me gustó tanto, supongo que por el hecho de ser un objeto museístico en sí, una pieza no vivida, sino sólo algo que poder visitar.
También hay alguna imagen de la París que en aquel momento era actual, de La Defense. Eran escapadas que hacíamos en grupo más o menos grande, pero sin la tutela de nuestros profesores. También a lo histórico, a Notre Dame, a la Ópera Garnier, al Sacre Coeur..
Me encantó Versailles, y poder pasear en bicicleta por su eje con bosque y bosque a lado y lado. Nos empezábamos a espabilar con esos 19 añitos recién cumplidos, almenos yo.
Se forjaron amistades en ese viaje que todavía perduran. Y lo que debió de quedar en la retina debió ser mucho, al ver cómo, almenos hablando en primera persona, se es ahora.
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