del
porqué me convertí en arquitecta
es una
larga.. muy larga historia, que voy a intentar relatar en este artículo.
Mi
infancia transcurrió con el dibujo como materia destacada.. con esto quiero
decir que era un hecho constatado mi facilidad o, digámosle así más
certeramente, una materia que se me daba bien. Me esforzaba, sí, y mucho para
que todas las asignaturas fueran bien. Mi madre fue una gran ayuda, ella
siempre me preguntaba la lección y yo, recuerdo más estar sentada en el
escritorio haciendo deberes que jugando en la calle o en el parque. A veces
pienso que mi único lugar de divertimento era las carreras que hacía con mi
padre en el camino de vuelta de la misa dominical. Es verdad que no conocía los
parques del barrio, donde hubiera conseguido afianzar más de una amistad pero
que tuvieron que llegar más tarde, cuando empecé a desplazarme sola por
Barcelona. Mi madre siempre estaba atareada o bien con las cosas de la casa o
bien cosiendo alguna blusa o falda para Santaeularia. También eran como un regalo
nuestras visitas a la casa del tío de mi padre, un hombre que había trabajado
para Mirurgia y que luego quiso desenvolver su vocación artística mediante la
realización de acuarelas, de las cuales las paredes de mi casa son testimonio.
Su casa era como un oasis, un piso de la parte alta de Barcelona, con Juli, su
sirviente, a la cual todavía recuerdo con cariño, estricta pero afable. El
piano.. me dejaban tocar su piano y lo adoraba. Su casa, la manera de acceder
con un ascensor doble con puertas de esas que tenías que mover manualmente..
todo era un oasis para mi pero.. se acabó en 1998.. bueno, la verdad es que se
acabó antes, cuando ‘mi’ tío murió.. se acabaron las visitas pero en 1998 fue
definitivo puesto que también se murió su mujer Margarita, mientras yo estaba
de viaje por tierras vascas con una amiga japonesa, Kayoko.. viaje que suposo
una transformación en mi, que me costó tiempo de digerir pero donde me vi
terriblemente afectada por la noticia que había sido mi padre quién descubrió
el cadáver de la tía Margarita. No sé porqué siempre tienen que pasar tantas
cosas extrañas.. tampoco sé porqué las manos se me han ido a escribir esta
historia..
Volviendo
al tema, la infancia fue transcurriendo con mis dibujos seleccionados como los
mejores de la clase durante mucho tiempo hasta que la no pasada adolescencia
llegó. Cuando empezaron las clases de dibujo técnico, ahí sí que encontré un
cambio.. se trataba de dibujar con la ‘ayuda’ de utensilios, sease compases,
reglas, escuadras, cartabones.. la artificialización de la mano pensante.. ya
no me gustaba tanto pero.. era el camino a seguir. Pasé 12 años de mi vida en
un colegio concertado de monjas, las Escuelas Pías de Llúria de Barcelona,
imponente edificio que se levanta en la encrucijada de la calle Aragón con
Roger de Llúria, desde donde oíamos las campanadas por entierro de la iglesia
que teníamos justo delante, la Inmaculada Concepción.. nos asomábamos desde el
patio de cubierta y veíamos los coches fúnebres.. era como un hecho habitual..
y eso.. en tiempo de parvulario, con apenas 4 años de vida y con una mujer que
nos hacía de maestra (Teresa) que siempre iba dando golpecitos en su reloj de
pulsera para recordarnos el tiempo que nos quedaba para poder finalizar el
trabajo. No sé si son traumas, pero sí sé seguro que son experiencias que han
ido forjando mi manera de ser.
Doce años
que derivaron en un ‘Ya no puedo más, o me cambiáis o yo no sé como continuar’,
palabras que mis padres supieron que eran certeras y que hicieron que
escogieran la Academia Granés del pasaje de la Concepción, entre Rambla de
Catalunya y Paseo de Gracia para acabar los estudios, desde 3º de BUP hasta el
Curso de Orientación Universitaria. Allí conocí al que ha sido el padre de mi
hija (no os penséis que estuve tropecientos años de noviazgo, porque no fue
así! Las coincidencias de la vida nos llevaron a reencontrarnos 12 años después
de nuestras charlas pausadas entre clase y clase).
En esos
últimos años de tiempo pre-universitario, tuve que ir decidiendo el camino a tomar..
estaba derivando a la parte científica, a la que más concretamente tenía el
dibujo técnico como parte más especializada. Urrutia, gracias por tu tiempo y
dedicación, descanses en paz. También me acuerdo de Oscáriz, el eterno profesor
de matemáticas que una vez me hizo ir en tiempo extra para hablar de mi
dificultad con la asignatura. Y nuestro no menos querido profesor de Física,
que ahora no recuerdo su nombre, pero que siempre iba ataviado con la misma
ropa y siempre nos hablaba en un correctísimo catalán. Y de la de Ciencias
Naturales, Montse creo que se llamaba.. y Química dada por la hija del Sr.
Granés y que siempre he tenido de vecina, que somos familia pero que nunca nos
hemos tratado como tal, ellos son de Palamós, nosotros somos del Alt Empordà,
de Vilamacolum.
En COU
nos estuvieron extensamente preparando para la prueba definitiva de la
Selectividad.. no recuerdo examen que me haya ido peor que eso. Ya tenía
escogida la carrera de 1ª opción.. Arquitectura. Mi padre me preguntó: ¿Qué
quieres hacer? Y yo contesté: quiero estudiar Periodismo. A lo que mi padre
respondió: No te ganarás la vida con eso. Con esa frase ya estaba sucinto que
tenía que escoger otra cosa. Creo que la siguiente que dije fue Económicas,
pero tampoco prosperó.. no me hagáis recordar el porqué. Mi padre quería que
escogiera una carrera técnica. Él es ingeniero de caminos, canales y puertos.
Yo tenía claro que por esos derroteros no podía ir porque se me hubieran comido
viva (entre cálculo y demás..). Entonces pensé: ‘a ver.. se me da bien el
dibujo, no? Por qué no me decido por Arquitectura?’ y así lo hice, la marqué
como primera opción! Primero en la ETSAB, luego en la ETSAV (que me enteré de
que existía por el listado que tenía de opciones, no porque supiera o tuviera
ningún otro tipo de información). Luego iba Arquitectura Técnica en la
E.U.P.B., luego Económicas en la Diagonal y ya no me acuerdo de más.
Acabé
entrando en la 3ª opción, a la EUPB, dado mi bajo rendimiento en la prueba de
Selectividad que hizo bajar mi nota media un montón. Estuve batallando todo ese
verano para conseguir ser admitida en alguna escuela nacional de arquitectura.
No lo conseguí. Empecé en octubre de 1992 las clases en Arquitectura Técnica
hasta que llegó a casa una carta milagrosa que decía que tenía plaza en la
ETSAV (Escola Tècnica Superior d’Arquitectura del Vallès) de la Universitat
Politècnica de Catalunya. Me fui tan corriendo hacia allí que olvidé despedirme
de las personas con las que había tenido roce en la EUPB.. sé que me empezaba a
sentir bien allí, bien acogida y que tenía posibilidades allí también. Se
presentaba como una carrera dura pero con opciones. Mi primera clase en la
ETSAV fue de Construcción, con Ramon Sastre intentando darme indicaciones de
cómo podía hacer aquella práctica que para mi casi suponía el estar entendiendo
y haciendo en chino, por decir algo. El primer curso fue horrible, horario
partido, entrando tarde, saliendo a media tarde, comiendo un bocadillo cada día
corriendo sentados en los bancos de la pequeña rambla que tenemos delante del
edificio isolado, blanco, interminado, frío, duro, con ventanas pequeñas, las
grandes tapadas por cortinajes.. Curiosamente la asignatura que me fue mejor en
el primer curso de arquitectura fue Matemáticas! (el otro día pude saludar a
unos de sus profesores que todavía se mantiene activo en nuestra universidad).
Con sus parábolas, hipérbolas, su numeralización particular del mundo, con su
número de oro y demás.. sus matrices, sus derivadas.. todo junto y de golpe.
Ahora ya no recuerdo casi nada de todo aquello, de todos esos fundamentos
matemáticos sólo quedan pequeños rastros en mi memoria que supongo que algún
día voy a tener que recuperar por mi hija, y no estoy diciendo que ella vaya a
seguir mis pasos, porque espero que no, nunca la voy a encaminar en esa
dirección. Pero el que las Matemáticas se le dan bien es un hecho. También el
dibujo y la producción artística. Supongo que tenemos ese gen en la familia..
Fueron
diez años de mi vida, ocho años dedicados a ‘sacar’ asignaturas y dos años
dedicados al Proyecto Final de Carrera. Fueron años de sudor y lágrimas, y lo
sabe más de uno que me vio llorar a la salida de la universidad. Después de
unos cuantos ‘lo dejo’ y de otros ‘no lo hagas, tú puedes’. Descriptiva.. me
costó muchísimo.. no me dejaba avanzar en la carrera, más un cambio de plan de
estudios de por medio que también hizo que retrocediera al no haber aprobado
Física en primero. Estructuras también era difícil para mi pero me acabó
gustando, gracias sobretodo al esfuerzo de todos sus enseñantes, destacando
Brufau, pero también papel decisivo de todos los otros. Proyectos.. tampoco no
era moco de pavo para mi, era la más dificultosa por la dedicación que requería
y porque entraba en el campo de la subjetividad de quién evaluaba. Quería
correr y lo conseguí en algunos cuadrimestres, el irme sacando un TAP por
cuadrimestre. Me saqué Proyectos I en septiembre (trabajando mucho ese verano
en la buhardilla de casa de Figueres, pasando calor..), tap III creo que lo
repetí.. mis recuerdos empiezan a partir de TAP IV, la segunda vez que lo hacía
(1994), con la boda de mi hermana de por medio y un resfriado de esos que
hicieron historia también de por medio, tap V llegó en 1995, tap VI en 1996 (lo
hice dos veces, me hicieron repetir aún cuando había participado en un grupo
que sobresalía pero llegó la extenuación y el no poder finalizar correctamente,
allí empezó la leucemia de un trabajador de mi padre, quién me dio las
indicaciones simples para empezar a usar el autoCad), tap VII en 1997
(desarrollando un equipamiento de embergadura por su tamaño y al cual teníamos
que llegar al detalle y del cual tengo algo expuesto aquí, en el blog, porque
fue cuando empecé a usar el diseño asistido, ayudado con el ploteado de
plumillas sobre vegetal, como si lo hubiera rotulado todo pero mejor, mucho
mejor!) (lo aprobé por los pelos, nunca llegaba bien a final de cuadrimestre y
Proyectos se resentía), tap VIII en 1998 con la intervención en el Palau de la
Virreina (me encantó pero tampoco pude demostrarlo todo), tap IX, primero con
Jordi Badia (lo abandoné, en Lleida haciendo una estación del TGV con el
desarrollo de todo un sector), segundo con Carles Llop (ahí sí que pude pero me
costó la salud). Había asignaturas que complementaban y que me ayudaban a
querer seguir tirando adelante (Construcción, Composición, optativas que
giraban entorno al Arte, Dibujo (nuestra querida EGA, que también me costaba
porque el dibujar para mi era como una obligación, era bajo petición y aún
ahora es un poco así.. sólo dibujo cuando lo necesito, no por querer.. me lo
hicieron aburrir entre tanto halago..).
Espero no
haberos aburrido hasta la saciedad con este escrito pero dejo aquí reflejada un
poco mi historia y el porqué de unas cuantas cosas que quizás ayuden a entender
otro poco de porqué soy la persona que soy.