recientemente
visité el lugar a partir del cual desarrollé el proyecto final de carrera entre
los años 2000 y 2002. Se acabó desarrollando y edificando el sector industrial
donde mi proyecto preveía un bosque de árboles de ribera, tal y como planteaba
el planeamiento urbanístico ya vigente a la hora de desarrollar yo la propuesta
bajo las indicaciones del profesorado que me fue acompañando en el largo viaje.
El edificio de Cèsar Martinell ha acabado ahogado por el crecimiento querido,
supuestamente, por la voluntad del municipio. Aún así conserva su encanto y
continúa aún vivo por unos habitantes supongo que permitidos por la propiedad.
Sabía quién acabó comprando el edificio, sé que quizás tendría que haber hecho
un seguimiento más exhaustivo y quizás poder llegar a 'vender' mi proyecto,
pero también sabía que el propietario no estaba en uno de sus mejores momentos,
por lo que decidí no dar ningún paso. Quizás error. Quizás hubiera tenido que
forzar la situación. El caso es que ahora parece ser estar 'ocupado' por unos
habitantes que mantienen la llama encendida, de manera que el edificio no quede
absolutamente en desuso, sino que sigue permitiendo la vida. En sus
inmediaciones, estos nuevos habitantes han cultivo las pocas tierras con la
protección de láminas de plástico con sus preceptivas estructuras de
invernadero, y las mulas se hospedan en una especie de corral construido al
abrigo de una parte de la edificación existente. Continúa demostrando que sabe
vivir al paso del tiempo y quizás algún día le llegue el momento de mostrar
toda su valía.
y el apeadero también ha acabado desapareciendo para convertirse en una mera solución a las dificultades de accesibilidad.. todo cambia.