El
trabajo fotográfico forma parte de un ejercicio de la asignatura de dibujo I, dentro del primer curso del
antiguo plan de estudios de la carrera de arquitectura impartido desde la
universidad del vallès en sant cugat del vallès, para la que destinábamos cinco
horas semanales repartidas en dos días, si no recuerdo mal. El coordinador de
la asignatura era Lluis Bravo Farré y el profesor que me fue asignado era Josep
Ramon Fernández Mira.
Los
objetivos de la asignatura eran, según la guía docente que todavía conservo,
‘Aprender a mirar. Aprender el oficio de dibujar. Introducción a las técnicas y
materiales. Introducción a la percepción, a la representación de la arquitectura
real o imaginada a través de los conceptos de espacio y de luz.’. Los
contenidos incluidos en ese resumen y que creo que eran aludidos mediante este
ejercicio eran la ‘percepción sensible: textura-luz’ y el ‘espacio
arquitectónico’, por supuesto.
Representó
para mi ser la primera vez que me encargaban un trabajo de esta índole, y la
primera vez que cogía la cámara con el propósito de retratar un elemento
arquitectónico y la primera vez, también, que la cámara era el objeto escogido
para dar mi ‘visión’ del mundo en clave arquitectónica.
Además el
encargo tenía la dificultad añadida de usar la cámara con negativo en blanco y
negro, cuando ya el color estaba completamente instaurado y a lo que mis ojos
ya estaban plenamente acostumbrados. Todavía ahora, si me tuviera que enfrentar
a un encargo de fotografiar en blanco y negro, me sería dificultoso, ya que
todo cambia si se pretende ver en monocromía, las luces y las sombras cogen más
importancia y el buen enfoque es esencial.
composición-resumen del trabajo realizado por rosamariagal en 1992 |
Sobre el
pavellón de la República, he recogido varias informaciones publicadas en
distintos libros, unos de la biblioteca de la universidad de arquitectura de
barcelona y otro gracias a la biblioteca de can mariner de la diputación de
barcelona, situada en el mismo barrio donde se reconstruyó el edificio y dónde
tuvimos que acudir para hacer el susodicho reportaje.
De la
publicación perteneciente a la colección de ‘4 Centenarios. Luís Barragan.
Marcel Breuer. Ärne Jacobsen. José Luis Sert.’, de Antón Capitel y Josefina
González y editado en Valladolid el año 2002, he extraído la siguiente
información:
‘La
(obra) más ambiciosa me parece, no obstante, la del Pabellón de España en la
Exposición Internacional de París de 1937, proyectado con la colaboración
-probablemente más teórica que real- del arquitecto madrileño Luis Lacasa. Eran
ya tiempos de guerra civil. El optimismo autonómico de los años de la República
debía ir quedando algo lejano.
Construido
y proyectado con mucha rapidez y de forma modesta, el pabellón está realizado
en una arquitectura más radical que en otras ocasiones, de esbelta estructura
de acero y completamente acristalada, y especialmente atractiva debido a su
configuración como un patio auditorio abierto y a la activa presencia de las
comunicaciones verticales. Un afortunado y estricto racionalismo servía de
marco a las obras de arte que cobijaba, entre las que el Guernica de Picasso
hacía directa referencia a la tragedia bélica española, el final definitivo de
la utopía moderna que Sert había vivido y protagonizado.’
Pertenece,
según la publicación Josep Ll. Sert.
Obras y proyectos de Jaume Freixa bajo la editorial Gustavo Gili (1979), a
la etapa formativa - primeras realizaciones y que queda englobado en el período
1937-1939. Nota: Josep Lluís Sert estudió en la Escuela Técnica Superior de
Arquitectura de Barcelona entre los años 1921 y 1928. Notable influencia de Le
Corbusier (llegó incluso a trabajar en su estudio).
Me parece
interesante transcribir algunas de las notas de Josep Lluís Sert acerca de qué
entiende él por arquitectura (que no sé nunca si poner con la primera letra en
mayúscula o no..):
‘La
arquitectura del pasado, los estilos históricos, no han sido el resultado de
caprichos o fantasías. Eran la expresión de las características profundas de sus
diferentes períodos y regiones, reflejaban la estructura social, los métodos de
construcción, el empleo de materiales apropiados, las condiciones económicas y
las aspiraciones espirituales.
Y
continúa: ‘Nuestra época está caracterizada por un movimiento universal de
renovación. Están apareciendo nuevas estructuras sociales. La sociedad moderna
va siendo regida por las necesidades colectivas que tienden a uniformizarse a
medida que los países alcanzan cierto grado de desarrollo. Estas demandas
afectan a las fábricas, las escuelas, los centros deportivos, las viviendas,
los centros cívicos, los medios de transporte, el tráfico y el urbanismo. Los
nuevos procedimientos técnicos y los nuevos materiales se conocen perfectamente
hoy en día entre nosotros. Debemos adoptar estos procedimientos y materiales en
nuestros proyectos. La estructura de un edificio se modifica según los
materiales utilizados.
Las
condiciones económicas reclaman métodos de montaje rápido. La industria es
capaz de responder a tales necesidades mediante la producción en serie de
elementos y tipos. Estamos ante el umbral de un espíritu nuevo, una nueva
manera de vivir tendente a la anulación de las costumbres y tradiciones. Para
volverse más universal la arquitectura contemporánea debería configurarse de
acuerdo con estos cambios.’
Otro
fragmento: ‘Aplicar hoy en día los estilos históricos equivale a perpetuar las
condiciones del pasado y negar nuestra época. En los estilos locales o
regionales sólo son permanentes los factores relacionados con el clima. Las
tradiciones locales, costumbres y procedimientos cambian con las épocas. Los
elementos fundamentales permanecen, las formas secundarias pasan. Debemos tomar
en consideración solamente los tipos arquitectónicos ligados al clima o a otros
factores permanentes. Las construcciones meridionales, utilizando
procedimientos para atenuar la radiación solar o difundir la luz deben prever
la protección contra el calor y el deslumbramiento, mientras que las
construcciones nórdicas utilizan grandes superficies acristaladas.’.