(asignatura optativa desde el departamento de Urbanismo y
Ordenación del Territorio de la etsav del Vallès, impartida por Enric Batlle)
El curso pretendía dotar al estudiante de los instrumentos
de proyectación necesarios para afrontar el diseño del espacio exterior desde
la intervención en el paisaje natural al proyecto del espacio público en la
ciudad, siguiendo un sistema de evaluación a partir del trabajo práctico
desarrollado a partir de las premisas que os contaré seguidamente.
octodíptico que nos entregó Enric Batlle como presentación de los contenidos de la asignatura y de los ejercicios sobre los cuales basaría la evaluación de cada uno de nosotros |
Primero, se trataba de confeccionar ‘Mi libro de paisaje’
con 80 paisajes conocidos y un paisaje personal:
-
a través de 80 paisajes conocidos el profesor
trataba de introducir al alumno en el mundo de la arquitectura del paisaje.
(mediante una larga exposición de explicación y flashes de diapositivas)
-
el alumno pasaba a recoger sus reflexiones
personales en una libreta de pequeño formato (tipo standard proporcionado desde
la misma papelería de nuestra aislada escuela, un único edificio emplazado en
un solar casi virgen, en un barrio residencial a medio hacer y al lado de la
línea del ferrocarril). Libreta que se convertiría en su libro de paisaje.
-
a partir de estos 80 paisajes conocidos y
también con otros ejemplos memorables que el alumno podía escoger por el
camino, se trataba de componer una historia personal sobre el paisaje.
-
material gráfico del alumno, fotografías,
fotocopias, dibujos, letras, collages, materiales vivos, desplegables y, o
otros efectos especiales también eran admitidos para tratar de explicar el
mundo del paisaje, sabiendo que el componente imprescindible de trabajo era
conseguir que la libreta fuera un paisaje bonito en sí misma.
-
en este recorrido encontrábamos desde paisajes
naturales a agriculturas diversas, caminos y ciudades, relieves modificados,
aguas controladas, vegetaciones productivas, elementos arquitectónicos
variados, límites complejos, objetos con significado, jardines, parques,
plazas, paseos, playas, ríos, bosques, prados, piedras y todo aquello que en
algún momento pudiéramos considerar un fenómeno del paisaje.
A partir de una o dos sesiones
(creo recordar que sólo fue una) en la cual Enric Batlle pasaba imágenes de los
80 paisajes elegidos por él con una de esas máquinas pasa-diapositivas, que ya
deben de haber quedado sólo servibles como elemento de exposición en los
museos, y que nos bombardeó las retinas incansablemente, nos expuso lo que
sería el conglomerado de este primer ejercicio de composición de cada una de
nuestras ‘libretas’. Muchas veces sólo había tiempo de apuntar el nombre y la
localización.
Recuerdo que luego nos fue
preguntando cuál sería nuestra metodología a usar para afrontar la campaña..
había soluciones muy elaboradas pero yo opté, entre nervios por no saber qué
decir y dudando hasta el último instante, por otorgar una palabra que definiese
cada situación, ordenarlo todo alfabéticamente y confeccionar mi pequeño
diccionario del paisaje, a lo cual Enric Batlle contestó afablemente que era
una solución inteligente, con lo que yo quedé sin saber qué decir, puesto era
difícil conseguir palabras gratificantes en el entorno de la escuela y de boca
de alguién del profesorado (más bien lo usual era justamente lo contrario).
Así que elaboré la libreta con
esta manera de abordar este pequeño encargo y se desató una labor ardua de
búsqueda de imágenes, textos y todo lo que pudiera ayudar a hacerla atractiva,
amena a la vez que iba aprehendiendo conocimientos. Eran tiempos en los que ir
a la biblioteca todavía tenía sentido (y aún ahora creo que tiene sentido
porque es imposible que todo esté colgado en la red).
También fui aportando material
propio, aprovechando los viajes que hasta el momento había realizado, fueren
por mi cuenta o acompañada por la escuela, dando un colofón final con la
experiencia que más influencia había tenido en mi hasta el momento: el viaje a
Nihon (Japón) del año 1997. 10 días que pasé entre Kyoto, Osaka, Tokyo y alguna
localidad más, una santa, una donde vivían unos amigos y otra visita a las
inmediaciones del lago Bibako. Viaje que me sirvió para tomar con la cámara
paisajes, jardines, aguas, texturas, vegetaciones, construcciones siempre en
relación con el paisaje, .. (todavía con la cámara analógica, aunque automática
y rebelando siempre en formato 9x13).
Los paisajes cercanos también
los intenté captar desde mi visión particular del mundo y compuse sendas
láminas a partir de las fotografías 9x13 que por aquel entonces prevalecían en
mi gusto.
Resultó una libreta gruesa, útil
como elemento de consulta para el futuro como profesional (futuro que ya
quedaba cerca puesto que estaba cursando un cuadrimestre sólo dedicado a
obtener los créditos de asignaturas optativas reglamentarios para la obtención
del título, que suposo no tener la asignatura de ‘proyectos’ y que fue un auténtico
bálsamo para mi ‘yo’ personal). Una libreta a la cual todavía le sobró unas
cuantas páginas en blanco para ser continuada en el tiempo posterior.
Otro trabajo a realizar para ser
evaluados en esta asignatura optativa era el titulado ‘Un camino sin fin - un
paisaje personal encadenado’, que se proponía como sigue:
-
cada alumno tenía que realizar una maqueta con
las siguientes características precisas:
-
base: cartón pluma blanco 10
mm.
-
medidas: 30 x 100 cm.
-
color: básicamente blanco.
-
otros colores: aplicado con sensatez.
-
elemento fijo: un camino de más de 3
m de amplitud.
-
topografía: variada.
-
agua: según las precipitaciones.
-
vegetación: si el microclima lo permite.
-
otros elementos: con discreción.
-
estado general: minimal.
-
concepción: espectacular.
-
escala: 1/500.
-
otros materiales: cartón pluma blanco.
-
nombre y referencias: en el lateral.
-
la maqueta de cada alumno encajará perfectamente
con la de sus compañeros anterior y posterior, de manera que previamente habrán
pactado sus constantes. En el inicio del curso se realizó el orden de este
camino sin fin.
-
el trazado del camino, la modelación topográfica
propuesta y los otros posibles elementos se iban a trabajar desde un objetivo
triple:
-
utilizar una referencia de paisaje escogida.
- encontrar un
argumento personal de intervención.
- la construcción
del camino se tenía que realizar a través de 3 etapas evolutivas: presentación de la base e insinuación de intenciones,
todas las piezas preparadas, ensayo
general (que creo recordar que no hicimos), y entrega
final y montaje.
- conseguir la
continuidad con la variedad.
Mi planteamiento ante tal encargo fue fruto también del
nerviosismo de no saber qué decir, o almenos así lo recuerdo, y salí a la
pizarra a dibujar, en teoría, un zigurat, pero lo que dibujé fue lo que os
adjunto a continuación, una espiral que estos días ha vuelto a mi cabeza porque
he recordado, fortuitamente, el museo de crecimiento ilimitado planteado por Le
Corbusier y.. la plasmación que hice en maqueta creo que se corresponde con su
modelo, almenos el que apunta en su dibujo que también os adjunto, un
movimiento continuo a través de una rampa que iba ascendiendo desde la llegada
del camino hasta el punto central de la pirámide-espiral, un desarrollo que me
costó un tiempo de ejecución bastante considerable pero que el resultado fue
gratificante porque hacía realidad todos los objetivos a alcanzar. Cuando salí
a la pizarra a dibujar, yo quería hacer un zigurat pero el trazo fue por
delante y lo dejé libre, haciendo un trazo continuo que Enric Batlle, cuando
acabé y aún cuando yo lo había titulado como ‘zigurat’ me hizo detener y pensar
en lo que realmente había dibujado: ‘fíjate.. es eso un zigurat? Míralo
detenidamente y dime qué ves.’, a lo que yo respondí.. ‘una espiral’ (supongo).
Él quedó sorprendido, yo aún más.
Ya véis.. creo que estoy aprovechando el blog para explicar
las vivencias explícitamente positivas de los años pasados en la escuela de
arquitectura, aunque también tengo que reconocer que me he reconciliado con
todas las partes de esa etapa porque.. sólo es eso: una etapa, un ciclo que
duró un tiempo limitado pero que sirvió para abrir varias puertas y para sacar
un ‘yo’ diferente del que entró, para sacar sensibilidades que estaban escondidas
o apagadas, básicamente.
La otra idea que he apuntado en mi libreta actual (la cual
utilizo para apuntar todo lo que requiere un papel en blanco, la mayoría
cuentas) es que, al contrario de lo que me parece entender de la propuesta de
Le Corbusier para el museo de crecimiento ilimitado, que es el ‘ombligo’, para
mi la espiral, al crecer hacia el centro, supone la creación de un ‘mirador’,
un punto desde el cual observar el paisaje, lo intrínseco versus lo exógeno,
mirar para adentro versus mirar hacia fuera.
páginas extraídas de la monografía dedicada a 'Le Corbusier 1910-65' de W. Boesiger y H. Girsberger, editada por Gustavo Gili en el 1971, dentro del apartado de 'Museos. Arquitectura sacra' |
maqueta presentada por rosamariagal a la optativa de 'arquitectura del paisaje' y que llevaba el título 'un movimiento continuo' |
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